sábado, 28 de septiembre de 2013

Leonardo Padura, "Herejes". Charla sobre su nuevo libro.

Leonardo Padura en Buenos Aires
(Foto: Fernando Torres)
El 9 de mayo de este año Leonardo Padura estuvo en la Argentina y participó de un charla que organizó la editorial Tusquets en el Museo Evita. El escritor cubano habló de su nueva novela “Herejes”. Al finalizar la charla, el escritor cubano contó también quiénes son sus autores preferidos.

"El clan disperso” fue una novela inconclusa de Alejo Carpentier (escrita en 1943) tan inédita que no fue publicada. Hoy se conservan esos papeles en la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana. Este título me persiguió todo el tiempo, no podía despegarme de él. Finalmente lo logré y pude transformarlo en la novela que se titulará “Herejes”.

Cuando estalla la Revolución, el 90% de la comunidad judía emigra del país. Muchos se fueron a Miami. Hoy en día, no hay ningún rabino en La Habana. Los que quedaron en Cuba cuando viajan a los Estados Unidos,  los cubanos los judíos de allí los hacen sentir judíos de segunda.

Sobre la figura de Rembrandt siempre me sentí atraído. Tanto que una obra de él es muy importante para la historia que cuento en "Herejes”.

¿Una tela de “El Cristo judío” en La Habana? Ahora no sé sabe muy bien dónde está, qué pasó con él. Era posesión de los Kaminsky, una familia que viajaba en el Saint Louis que no pudieron ingresar a Cuba y no sé sabe qué pasó con la tela. Entonces hay que recuperarlo. Alguien debe ocuparse de él. Quién mejor que él sino… Estamos hablando de Mario Conde.
La barca del Saint Louis. Es una historia de viajeros judíos que no son recibidos en Cuba. Pero tampoco en Estados Unidos y Canadá. Entonces la nave debe volver al lugar de dónde habían escapado: Europa. Algunos son reubicados en Inglaterra. El resto, encuentran el terror del Holocausto.

Amante del béisbol y de “ir a bailar sin más”, Leonardo Padura nos dijo quiénes son sus escritores preferidos:

De los escritores latinoamericanos quiénes más me gustan y leo siempre son Alejo Carpentier, Julio Cortázar y Juan Rulfo. Tampoco puedo dejar de nombrar la irreverencia de otro grande, Osvaldo Soriano. Sin duda la literatura norteamericana ha dado grandes escritores. Destaco a F. Scott Fitzgerald, William Faulkner, J. D. Salinger, Paul Auster, Ernest Hemingway y Raymond Chandler (sus policiales). También el brasileño Rubem Fonseca me parece fabuloso.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Roberto Juarroz, "Poesía Vertical 23 (1991)"

23

Mi mano acaricia tu sueño.
Y para mejor acariciarlo
se convierte ella también en sueño.

Pero entonces tu sueño
se convierte en una mano,
para poder corresponder a esa caricia.

¿El amor será siempre
el cruce de una mano que va
y otra que vuelve?

¿O será solamente
el paso de dos sueños que se cruzan?

jueves, 19 de septiembre de 2013

Almudena Grandes en Fundación Malba Buenos Aires

El miércoles 18 de septiembre de 2013, la escritora española Almudena Grandes se presentó en la Fundación Malba para dialogar con la periodista Raquel Garzón sobre su obra novelística, principalmente "Inés y la alegría", "El lector de Julio Verne" y "El corazón helado".

Alberto Laiseca TV

Entre otras cosas, El maestro cuenta sus diez libros más leídos. Al final del video, explica por qué sus libros están forrados. Imperdible.

- "A los veinte años yo escribía muy mal. Cuando yo escribía cosas realmente mías eran pésimas. Era de lo peor. Y los raros chispazos de genio que tenía cada tanto eran todos plagiados de Hermann Hesse, de Lobo estepario ".
- "Yo escribo cuando tengo tiempo porque también tengo que ganarme el pan. Los Sorias por ejemplo, lo escribí robándole tiempo a otras cosas. Tiempo a relaciones humanas que me trajo furias y problemas enormes".
- "Las cosas tienen que ser escritas cuando a uno se le ocurren efectivamente porque después pasa el tiempo y uno ya no se acuerda o no puede".
- "Ningún escritorio de un escritor se parece a un escritorio de otro escritor".
- "Que nunca falten cigarrillos y cervezas mi amigo. Tengo noticias del otro mundo, eh. En el otro mundo no hay cigarrillos ni cerveza. ¡Es una cagada! Allá no hay. No hay ningún kiosco abierto".
- "Los Sorias surgió cuando yo tenía nueve años".

martes, 17 de septiembre de 2013

Betina González, “Las poseídas”

“Las poseídas”, ganadora del VIII Premio Tusquets Editores de Novela 2012, puede leerse en un día pero esto no debe interpretarse como si fuera una novela pasatista sino más bien todo lo contrario. Esa sola lectura que se realiza deja al lector comprometido con una segunda lectura o, al menos, con una frenética vuelta de páginas hacia atrás.
La novela comienza con una frase escalofriante: “Me voy a matar”. Sabemos que por lógica narrativa, ya sea cuento o novela, aquello que es enunciado, dicho o puesto en boca de un personaje, tiene que dar cuenta de algo. Esa sentencia que anuncia un suicidio nos hace preguntar inmediatamente “¿Cumplirá con lo dicho? ¿Por qué va hacerlo? ¿Qué cosas le puede suceder a una joven para afirmar esto?”
Apenas finalizada la última dictadura argentina, una nueva compañera llega a un colegio religioso de niñas de Zona Norte. En su cara se observa una cicatriz y en su brazo un brazalete negro. Desde el primer día Felisa Wilmer es una chica diferente al resto de sus compañeras. Tiene permiso para salir del aula por estar muy avanzada respecto a los saberes impartidos en las aulas, como por ejemplo en inglés o matemática. Haber residido en Europa despierta curiosidad en sus compañeras, especialmente en María de la Cruz López.
La escuela media puede ser un mundo de jóvenes que ya no son niñas pero tampoco se puede decir que ya sean mujeres finalmente constituidas.  La autora nos describe los grupos de la clase de López y Wilmer: Las Iniciadas, Las Hijas de la Luz, Las Atletas, Las Pobres, Las Feas, todas bajo la tutela de las monjas clarisas.
En la novela la violencia aparece mostrando sus caras más oscuras. Desde los “botines de guerra" (fotos de jóvenes desaparecidos, banderas de militantes, mimeógrafos secuestrados) a la perversión y el abuso infantil. Y una madre que viene a desmantelar el mito "instinto materno”:

"Para Felisa, lo más terrible fue comprobar la transformación de su madre: Vera en esa casa le hablaba con voz de niña. No con la voz de una niña sino con su forma hueca, vaciada, un tono que quería ser infantil y sólo lograba ser un ruego enfermo".


Betina González regala innumerables citas y homenajes que un lector entrenado descubrirá: Lewis Carroll, Vladimir Nabokov, Fernando Pessoa, Juan Carlos Onetti. Sabemos de la fascinación que le produce a la autora Onetti, tanto que López, responderá a una idea de "El pozo":

“¿Hace falta aclarar que con chocolates los hombres maduros no llegan a ninguna parte? (…) la idea de que cualquier contacto con lo masculino podía corrompernos sólo entretenía a las monjas”. 

Escribir esta novela le llevó a la autora nueve meses y dejar de lado el resto de sus actividades, incluida otra novela (aún hoy es un work in progress) y su tesis de doctorado en Pittsburg, Estados Unidos.
“Las poseídas” también puede leerse como una novela de “estados de ánimo”: la angustia, la euforia, la amistad, el desencanto, la tristeza, la soledad, la curiosidad hacia lo desconocido, el resentimiento; la decepción. Gran mérito de Betina González escribir una historia donde los discursos moralizantes, la idealización sobre la adolescencia, no tienen lugar:

"Las cosas tienden a romperse, a desunirse, a desacoplarse naturalmente. Nada de lo que hacemos tiene otra función más que acelerar ese proceso".



lunes, 16 de septiembre de 2013

Roberto Arlt, "El facineroso"

"Un feroz búlgaro degüella a otro hombre, el gangster que asaltó el Hospital Rawson confiesa ante sus padres, una muchacha decide suicidarse pero antes llama al diario, siniestros fumaderos de opio se abren en la Boca, un nuevo delito –el robo de autos- se instala en la ciudad, un terrorista libertario revela su alma tierna ante el reportero Arlt. Estos son algunos de los hechos –asesinatos, robos, estafas, secuestros- que suceden en el Buenos Aires de 1927 y 1928 mientras el país aclama a Hipólito Yrigoyen y protesta por la ejecución de Sacco y Vanzetti. Un joven Arlt, cronista policial de Crítica y luego de El Mundo, acompañado de un fotógrafo, con un cigarrillo en los labios y un block en la mano, lo registra todo. Luego, en la redacción, convertiría cada suceso en una crónica espeluznante.
Las crónicas policiales de Roberto Arlt son deliciosos retratos de la mala vida porteña. También un friso de la ciudad tumultuosa y cruel. Por primera vez rescatadas, estas crónicas del reportero del crimen, son como el diario de un descenso al infierno urbano.
Una fascinante travesía por la ciudad negra, escrita con vitriolo por un joven Arlt cuya pluma ya era una filosa daga en la piel de la ciudad inclemente.
Este libro es un gran rescate: periodismo policial de enjundia y anticipo de las obras mayores de un novelista crucial. Además, un fascinante fresco de una Buenos Aires que ya entonces era la gran capital del crimen".

Fuente: Editorial Del Nuevo Extremo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Ricardo Piglia: "Borges, un escritor argentino"

"Compartimos 'Borges, un escritor argentino' el primero de un ciclo de cuatro programas especiales de clases abiertas de Ricardo Piglia para analizar la obra de Jorge Luis Borges, en una segunda producción conjunta entre la TV Pública y la Biblioteca Nacional que pone al alcance de todo el país a uno de los más talentosos intelectuales contemporáneos buscando renovar y replantear las conceptualizaciones clásicas".



TV Pública Argentina

sábado, 7 de septiembre de 2013

Leonardo Oyola, "Gólgota"

No caben dudas la escritura de Oyola es tan contundente como cinematográfica.
Gólgota es una novela de súper-acción, situada  en el Gran Buen Aires, que en su nombre lleva su marca y también su carga: La Matanza -Villa Scasso-.
Cuando aparece el nombre del monte donde, según los relatos bíblicos, fue crucificado Jesucristo no podemos dejar de pensar en un sacrificio. Y en el mundo de Oyola, "el sacrificio" puede ser tan doloroso para el que lo padece como también para el que lo ejecuta.
Es práctica de un tipo de lectores intentar buscar en este tipo de novelas o relatos el par “civilización y barbarie”. A Oyola esto lo tiene sin cuidado; lo que hace es sumergirse en uno de los dos polos y llegar hasta lo más profundo.
El contexto nunca es algo menor y menos en esta historia. Y la pobreza condiciona, recorta el espectro de posibilidades; aborto y venganza, el leiv motiv.
Bajo tregua se da el vínculo entre delincuentes y policías, 'chorros' y 'patas negras', que muchas veces tienen los mismos orígenes. Cuando uno de los dos actores excede su límite, la guerra se actualiza y sólo se detendrá con sangre derramada.

 “De nuestra parte se acaba cuando sepamos quién fue. Si ustedes lo quieren defender, es cosa suya. Seguiremos matándonos hasta ver cuál es el último que termina en pie. Y te tiro algo para que tengan en cuenta, Gato: policía no se nace, se hace. A nosotros se nos reemplaza por otros”.

Sin dudas, junto a Chamamé (Premio Hammett, España 2008) y Kryptonita (2011) estamos ante una de las grandes novelas del autor.
Muy bien escrita, diálogos llenos de vitalidad aunque la muerte esté rondando siempre, lenguajes recobrados, sin clichés ni pintoresquismo.
Un gran logro literario. Sobre todo en estos tiempos, donde el género policial, pareciera haberse radicado en los países escandinavos (Larsson, Mankell, Indridason, Nesbo, Holt).
Una trama que avanza, cuadro por cuadro, a diez mil kilómetros por segundo.
Y un final tan sorprendente como espectacular.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Martín Kohan, “Cuentas pendientes”

Publicada en 2010, “Cuentas pendientes” es uno de esos libros que son mucho mejores de lo que su recorrido de prensa y números de ventas dicen. Esta novela puede leerse como una breve historia de la desdicha. Si en “Ciencias morales” el autor trabajó con el autoritarismo y la violencia de estado a partir del colegio más emblemático de la Argentina, en “Cuentas pendientes” el foco de su mirada se ajustará a lo privado y singular, al mínimo fragmento del sentido en relación con aquello que se dice, repite y amplifica sin necesidad de ser pensado: el sentido común.

“Lito” Giménez es el personaje principal de esta historia. Es un sujeto reaccionario que lleva en sí mismo las ideas más rancias de una parte de la sociedad argentina. Critica y desprecia la sociedad en la que vive pero es incapaz de observar sus propias acciones, mucho menos de revisar parte de su pasado, la que tiene que ver con su hija Inés, sustraída a sus padres biológicos “desaparecidos”, gracias a la ayuda de un militar cercano suyo, el coronel Vilanova.
Desde la primera página Kohan nos deja muy en claro la atmósfera en que transcurre toda la obra: opresiva, tediosa, viciada. En la superficie de la trama están las penurias económicas de “Lito” Giménez por el atraso en el pago de varios meses del alquiler. En lo profundo, la infelicidad de la vida cotidiana, el hastío, que acontece sin necesidad de ser provocada por un hecho imprevisto o catastrófico. Pero “Lito” Giménez no es el único que colabora en la construcción de este clima denso. Los restantes personajes importantes de la novela (y los que no lo son tanto, también) no son ajenos al infortunio. Elvira, la ex mujer de Giménez, ya no convive con él pero su casa está unos pisos arriba de la de “Lito”. Cuida a su anciana madre doña Irma que está en sus momentos finales y que en caso de necesitar ayuda recurrirá a Giménez para que lo asista. Inés, hija de ambos, los visita los fines de semana sin Carlos, su marido, ya que anda con su matrimonio a cuestas.

Para Kohan la dictadura de 1976 no es un tema menor. En “Cuentas pendientes” el coronel Vilanova es uno de los personajes que hace su voz un desparramo ideológico: comentarios machistas, humor inoportuno, negocios poco claros, y un sinfín de opiniones políticas dan cuenta de su retrógrada mirada del mundo. “Con las viejas locas vaya y pase, se cagaban bien de frío y se cagaban bien de miedo y supieron aguantarse todo (…) ¡Pero qué saben los pendejos! Las viejas son insoportables, ‘qué digan dónde están’. Y es como ya lo explicó el presidente: ¡no son! ¡No están! Más gráfico imposible (…) El aborto les parece bien: asesinar a bebitos indefensos. Pero salvar a otros bebitos, rescatarlos y ponerlos en manos de alguna buena familia que los cuide y que los quiera, ¡todo eso les parece mal!”.

La antítesis del Giménez será el “dueño”, escritor y profesor al que Giménez en varias ocasiones le dice “negro” no tanto en tono discriminatorio como sí en un exceso de confianza. Discute, conversa sobre los cuatro meses de alquiler, los punitorios. Giménez promete pagar pero le pide que “aguante”, que espere un poco más, que va a pagar todo ‘porque corresponde’.  Saliéndose de ese tema, Giménez comienza a hablarle de literatura, de algo que él mismo no sabe mucho como sí sabe el “dueño”. Porque el “dueño” es un profesor, un letrado. Pero igualmente Giménez algo le dirá, porque es de esas personas que cree que de todo “algo” sabe. Y la ocasión lo lleva a hablar de policiales, de libros gordos, de bestsellers. Le presta un libro, lo obliga al “dueño”, a que se lo lleve y lo lea. Paradoja: el “dueño” pasa a deberle inquilino moroso un libro y una lectura.
Y como la charla hace a la situación, la situación sigue hacia otros carriles. El “dueño” le cuenta a “Lito” algunos detalles de la relación entre el mercado editorial y un escritor como él.  Entonces llega el momento en que el “dueño” tiene que irse. Se va con tantas dudas como cuando llegó sobre si podrá cobrar la deuda. En su pensamiento, a medida que se va de la casa de Giménez, al “dueño” lo invade una incertidumbre mucho más acuciante o dolorosa: la sospecha de que Luciana, su mujer, lo esté engañe con otro hombre.

 “Cuentas pendientes” inicia el relato con una tercera persona y lo finaliza con la primera. El juego que nos propone el autor es tratar de ver si estas dos voces, finalmente, no son la misma. Vale decirse que la forma de numerar los capítulos de Martín Kohan es realmente ingeniosa, como ya lo hizo en novelas anteriores.
En una entrevista que le hicieron a Alan Pauls sobre Martín Kohan dijo quizás estamos frente al mejor novelista argentino de la actualidad y el de mayor proyección en el género. Es un creador de maquinarias perfectas e inexpugnables. Pocas veces mejor descrito.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Gérard Wajcman, "Colección seguido de La avaricia"

"De todos los pecados capitales, la Avaricia es aquel para el que tenemos menos indulgencia. No es simplemente detestable: es unánimemente odiado. Esto carece de nexo directo con una eventual gradación de los vicios; después de todo, encontramos al Avaro en el cuatro infierno dantesco, rondando por los peñascos, mientras que el iracundo, por su parte, chapotea en el quinto, en las aguas cenagosas de la Estigia. Ahora bien, acordaremos que es pensable, aceptado y hasta recomendable proclamarse orgulloso, goloso, lujurioso, o iracundo; con pose nos confesaremos perezosos, en un acceso teatral de franqueza, nos acusaremos de envidiosos, de la tierra entera; pero avaros, nunca".

Wajcman, Gérard, "Colección seguido de La avaricia", Buenos Aires, Manantial, pág.77.